No basta con vivir el ahora, ni con saber que el ahora es todo lo que existe, es preciso comprenderlo y explicarlo. No pretendo desarrollar una nueva teoría sobre la Vida, el Universo o el Todo. Dejo eso para los que dicen que saben, los especialistas, profesores, filósofos, maestros, iluminados. Soy solo un poeta que, con toda sencillez, les invita a iniciar una investigación sobre el movimiento que, revolución completamente distinta a todas las conocidas, comienza con el darse cuenta de la importancia que tiene el comprender el ahora.
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No sé que es el ahora

Miraba la exuberante vegetación alrededor de la casa de campo que mi padre había alquilado para  veranear a unos pocos kilómetros de la ciudad, en el Puente de la Sierra, junto al río de Jaén. Era un viejo edificio que durante el invierno servía de escuela a los niños de los hortelanos de la vega. Tenía un aula cerrada y oscura y una pequeña capilla. Nosotros ocupábamos las dependencias de los maestros. En las siestas mi mundo se circunscribía a los jardines que la rodeaban. Bajo la sombra del porche contemplaba quizá extasiado los movimientos de los minúsculos insectos como en la cresta de luz de una ola. Un ansioso aleteo en el suelo llamó mi atención. Un polluelo de gorrión trataba de ocultarse entre las secas hierbas del suelo. Un primitivo instinto hizo que me abalanzara sobre él para cogerlo, apresarlo, hacerlo mío. Un instante después sentía como se agitaba asustado entre mis manos. Quise mirarlo despacio para gozar de su frágil vida. Al abrir mis dedos sentí que se escapaba. Mi torpe impulso fue cerrarlos, apretarlos sobre él para que no se fuera. Como cortando el corazón de su raíz sentí en mi pecho la navaja del miedo. Lo solté asustado. El pajarillo herido y el niño eran uno. Un instante después, los dos muertos. Ciegos en el éxtasis de la luz. Terrible impacto, la muerte ahora.
De un golpe aprendí que la vida no puede ser controlada, sujeta, ni apresada. Pero ¿sería capaz de vivir con las manos abiertas?

Este es uno de mis primeros recuerdos, si no el más antiguo.

No sé lo que es el ahora. Ya sé que incluso me permití incluir un índice, según el cual el presente es


Atención

Mente

Cuerpo

Conciencia

Pero realmente no sé lo que es, aunque perciba que es una sola y única acción no fragmentada.
Por tanto, el ahora no se halla dividido en atención, mente, cuerpo y conciencia. El presente es esos cuatro movimientos o campos energéticos, simultáneamente, en un solo movimiento que ve, abraza, siente y vive.
A la conciencia del ahora sin el movimiento del tiempo la llamamos vida. No sé lo que es aunque pueda percibirla a través del cuerpo. Igualmente percibo la mente a través de las relaciones entre las partes y de estas con el todo, aunque tampoco sepa lo que es.
Acción, atención, discriminación, sensación, conciencia.  La discriminación es la acción de la mente que permite orientarnos. No es conocimiento adquirido por educación o condicionamiento.
Como no sabemos lo que es no podemos partir del conocimiento propio o de lo que los demás han dicho. Es preciso vivirlo. Pero ya vivimos en el presente, esto es un hecho. Nadie medianamente cuerdo pondría en duda esto. Vivimos en el presente, lo cual no quiere decir que vivamos el presente ya que somos el pasado, nuestros recuerdos y experiencias, nuestras esperanzas y objetivos.
Al darnos cuenta de que somos el pasado y su proyección, la conciencia queda envuelta en el presente. La conciencia, lo que realmente somos, lo que sabemos o recordamos. Aún así no lo comprendemos, Para comprenderlo es preciso que el contenido de la conciencia sea percibido y cese su ruido.
Al cesar hay percepción de la vida moviéndose en el ahora. La vida es ahora, pero no hay un yo, no hay un centro, no es poder, no sirve para conseguir otra cosa. Nadie puede experimentar el ahora. El ahora no es el intervalo entre dos pensamientos. Por eso es un poco tonto decir “yo soy eso”. Mientras que haya un yo eso no es sino pasado, recuerdo, conocimiento, pensamiento, tiempo.

El poder del autoengaño

Me adentro en uno de los superventas que contiene la enseñanza de un maestro de nuestra época. Uno de esos libros aptos para las hordas de hambrientos consumidores de felicidad de esta virtual y sufriente sociedad en crisis. Lo leo como un ejercicio de libertad no para contradecirlo.

Primero define el Ser y luego dice que es accesible a usted ahora como su propio ser más profundo, su verdadera naturaleza. Y luego, no intente buscarlo, no trate de entenderlo, aunque luego te diga cómo puedes conocerlo.
Primero parte de la conclusión, la definición, y luego dice como llegar a la conclusión.

Define la iluminación no de manera negativa como el Buda, al que cita previamente y, luego, comenta que usted tiene que descubrirlo por si mismo. Unos párrafos después la define de manera positiva como recuperación y permanencia.
Es precisamente al contrario. No existe la iluminación como estado permanente. Lo recuperado es preexistente, lo cual es solo una repetición, no hay nada nuevo en eso.
En cualquier caso permaneceremos atentos a que pudiera haber un ser humano iluminado permanentemente, aunque no entiendo qué importancia puede tener eso para cualquier otro ser humano. Sino despertar en él el deseo de ser también un iluminado. 

Está servido el primer plato del autoengaño.

Dice que la la palabra Dios se ha convertido en un concepto cerrado, que prefiere la palabra Ser y que aunque no puede ser definido es definido a continuación como realidad trascendental,  lo infinito invisible… y dice, contradiciéndose nuevamente que es imposible formarse una imagen mental de ello. Pero realidad trascendental,  lo infinito invisible… y otras frases confusas como la sensación de su propia presencia, la experiencia del Ser son no solo imágenes mentales, sino definiciones, conclusiones, imágenes de Dios, del Ser o como usted quiera llamarlo.

La confusión en las palabras denota una mente perezosa para la investigación.

Está servido el segundo plato del autoengaño.

Dice que la identificación con su mente, es el mayor obstáculo para experimentar esta realidad (se refiere al Ser, con mayúsculas). No explica que entiende por mente, pero la frase denota que cree que hay una mente tuya, una mente mía, una mente de él. Como muchos de los maestros iluminados no entiende qué es la mente, quizá porque su mente está ofuscada con tanta luz. Vuelve luego a hablar de la iluminación con un lenguaje que denota completa y perfecta familiaridad con el término y su concepto, como algo que es normal en uno y, por eso, puede hablar con completa normalidad de ello.
Más adelante se explica: usted cree que usted es su mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de usted.

Con lo cual venimos a saber que identifica mente y pensamiento. Gran confusión. Mente es orden, proporción, razón, este es su significado original según los creadores de la palabra, los griegos antiguos.

Este iluminado no ha resistido ni tres asaltos, pero aún nos queda el postre, exquisito.

Dice La identificación con su mente crea una pantalla opaca… entre usted y su propio yo, como si hubiera un yo impropio… usted y… usted y… usted y… usted y… (Aquí un montón de conceptos más). Entonces olvida el hecho esencial (algo que usted sabía y olvido, qué falta de humildad), usted es uno con todo lo que es (no lo olvide amigo, repítaselo constantemente, de lo contrario está perdido).

Y se explica:
Con "olvidar" quiero decir que usted ya no puede sentir esta unidad como una realidad auto-evidente. Puede que crea que es verdad, pero ya no sabe que es verdad. Una creencia puede ser consoladora. Sin embargo sólo a
través de su propia experiencia se vuelve liberadora.

Ya no puede sentir esta unidad, lo que quiere decir que la sintió antes, aunque no lo recuerde. Bonita conclusión vendida como revelación del que sabe al que no sabe. Por supuesto, se trata de una realidad auto-evidente. Pero, dígame por favor, cómo sabe que es autoevidente: el que sea evidente para sí misma (es decir, autoevidente) no quiere decir que tenga que serlo para mí, o para usted o para cualquier otro.
¿Ya no sabe que es verdad? Alguien puede saber que algo es verdad o la verdad es algo que surge cuando cesa todo tipo de saber.
Y por último: oh, dios, qué gran revelación saber que una creencia puede ser consoladora y que gracias a la propia experiencia (como si fuera posible la experiencia ajena) se vuelve liberadora. ¿Una creencia liberadora? Esto sí que es un gran descubrimiento.

Otra vez la falta de creatividad en el lenguaje denota una tremenda confusión, una profunda pereza por dominar el instrumento de comunicación.

Qué magnífico e insuperable ejercicio de autoafirmación negativa.

Si empiezas por la verdad de “no sé” investigas, pero si empiezas por el “yo sé algo que usted no sabe” se apiñan un montón de incautos a tu alrededor.

Así son los maestros de nuestra época. Sin ánimo de ofender al aludido, pues creo en su sinceridad, lo cierto es que la mayoría de estos maestros han descubierto una gran verdad: Haz como que sabes, halaga y venderás. Ante esto ellos dirán: eres un intelectual, mira con tu corazón y no con la razón. Tratan así de anular la capacidad crítica, la mente libre y no condicionada, condición sine qua non para que se haga efectivo el engaño.

Ante este tipo de textos, uno que es una persona sencilla, que tiende a no creer lo que los demás dicen simplemente porque insistan de manera más o menos sugestiva sobre los mismos conceptos, y creyendo en la sinceridad de su autor, se pregunta:

Qué diantres le habrá pasado a este hombre, qué ha acallado su pensamiento hasta el punto de no poderlo ver. Bajo qué tipo de autoengaño ha quedado sepultado. Un auténtico misterio se abre aquí para el investigador serio.

Una pista: más adelante habla de:

los procesos involuntarios de pensamiento que usted no se da cuenta que puede detener

¿Que usted puede detener qué? Usted es el pensamiento tratando de detener su pensamiento.

Lo bueno es que usted puede liberarse de su mente. Escuche la voz de su cabeza, esté allí como si fuese un testigo.

Pero ¿no se ha dado cuenta aún de que el testigo, el observado es lo observado? Surge un grito de terror al vacío. Es necesariamente urgente crear una entidad. Realmente es un hombre entrenado para no pensar sino en lo que le conviene. Y así lo resuelve:

Pronto empezará a darse cuenta de esto: está la voz y estoy yo escuchándola, observándola. Esta comprensión del Yo soy, esta sensación de su propia presencia, no es un pensamiento. Surge de más allá de la mente.

Nueva conclusión y meollo del autoengaño. No comprendo el interés de seguir manteniendo ese ser llamado yo. Por qué no llamarlo simplemente atención, observación sin observador. No es una cuestión de gustos, eso es lo que significa en nuestro idioma, consulta el diccionario.

Y punto y final del autoengaño:

En lugar de "observar al que piensa" usted puede crear también una brecha en la corriente de la mente simplemente dirigiendo el foco de su atención hacia el Ahora (…) Esa es la esencia de la meditación.

Ocurre precisamente al contrario, cuando usted deja de focalizar su atención el ahora es.

Esa brecha de la que habla será simplemente un intervalo entre dos pensamientos creado por el pensamiento (la voluntad, la intención de hacerlo es pensamiento). Para que el ahora sea usted solo puede estar presente si se da cuenta de que usted es solo pensamiento. Está su cuerpo, su cerebro, eso es evidente, pero no usted, porque usted es solo su pasado. El cuerpo no es usted. No es una cuestión de palabras, es un hecho: quién controla la vida de su cuerpo, el movimiento de su corazón ¿es usted?

Si usted dirige un foco de atención en esa dirección, si dirige su atención en cualquier dirección, está condicionando su acción desde el pensamiento y, por tanto, el resultado de esa acción será condicionada y creará un ahora a su imagen y semejanza.
La meditación es la acción de la mente cuando no está usted.
 
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